La ley del más fuerte

¿Funciona la paridad por decreto?
Olaya Argüeso Pérez - Diciembre 2015

EN ESPAÑA, la Ley de Igualdad fija cuotas obligatorias para las listas electorales, que deben incluir al menos un 40% de cualquiera de los sexos en total, pero también en cada tramo de cinco candidatos. Se evita así que las mujeres queden relegadas a los últimos puestos, donde tienen menos posibilidades de salir elegidas. El PP recurrió la norma ante el Tribunal Constitucional, que rechazó su recurso. La Ley de Igualdad, sin embargo, se limita tan solo a ofrecer recomendaciones en áreas, como los consejos de administración de las empresas o la justicia.

"Las cuotas son un 'elemento clave' para garantizar la participación política de la mujer, según la Eurocámara"

EL PARLAMENTO EUROPEO, por su parte, se muestra claramente a favor de este instrumento. “Instamos a los gobiernos y parlamentos nacionales a que adopten medidas estructurales, como las cuotas de género, puesto que han demostrado ser más efectivas para alcanzar la paridad en política en el medio y largo plazo”, dice una de las recomendaciones que puede leerse en el informe Listas electorales para las elecciones al Parlamento Europeo desde una perspectiva de género de la Eurocámara. El documento se elaboró en mayo del pasado año y analizaba los sistemas de cuotas de los 28 estados miembro de la Unión y las listas que cada país presentaba a los comicios de 2014. Las conclusiones de ese análisis consideran que las cuotas constituyen “un elemento clave” para garantizar la participación de la mujer en los ámbitos de decisión política. Y por eso también les pide a los poderes ejecutivos y legislativos que fomenten la representación paritaria en los órganos internos de los partidos políticos. Las formaciones “que han adoptado cuotas las han puesto en marcha con éxito en la mayoría de los casos”, dice el texto, que advierte, sin embargo, de que la existencia de reglas que marquen el orden en que deben ir los candidatos son clave para garantizar que las listas sean realmente paritarias.

LA UNIÓN INTERPARLAMENTARIA, en un informe sobre parlamentos y género, refuerza la importancia de las cuotas con cifras: “Más del 80% de los países que (…) se enorgullecen de tener más de un tercio de diputadas han puesto en marcha algún tipo de medida especial, bien por ley o de forma voluntaria”.

Algo más que una cifra

"El partido de Sarkozy prefirió recibir menos subvención estatal a poner más mujeres en sus listas"

EFECTIVAMENTE, las leyes de cuotas deben planificarse bien para garantizar que sean eficaces. Sin una norma que establezca claramente qué posición deben ocupar las mujeres, se corre el riesgo de que queden relegadas a los últimos puestos, donde menos opciones tienen de ser elegidas. Pero este es solo uno de los factores que es necesario tener en cuenta. Debe contemplarse, por ejemplo, un sistema de sanciones que disuada a los partidos de no cumplir la ley. “El mecanismo español de sanciones es bastante bueno y da la opción a los partidos de rectificar, lo cual resulta muy sano”, explica Zeina Hilal, de la Unión Interparlamentaria (IPU, por sus siglas en inglés). La portavoz de la IPU se refiere a que, en España, si una lista electoral no cumple con el umbral mínimo del 40% de cualquiera de los sexos, debe ser modificada en 48 horas. Si el partido no lo hace, la Junta Electoral no aprueba la candidatura y esa lista no puede concurrir a las elecciones. Existen otros sistemas, como el francés, donde las sanciones son económicas. “Las que implican perder toda o parte de a subvención pública no resultan tan eficaces. Por ejemplo, la UMP [el partido del expresidente Nicolás Sarkozy] prefirió no recibir todo el dinero que les hubiera correspondido del Estado antes que poner más mujeres en sus listas”, relata Hilal. De hecho, Francia es uno de los países europeos que menos mujeres tiene en su Asamblea Nacional, aunque la ley impone que las listas incluyan la mitad de candidatos de cada sexo.

"LA DECISIÓN DE adoptar [las cuotas] debe provenir de una voluntad política que las convierta en un objetivo nacional”, explica Hilal. “Son sin duda una buena solución, pero necesitan ser ambiciosas y estar basadas en una fuerte voluntad política no solo de incluirlas en la ley, sino de implementarlas”, resume. Y ni siquiera eso es garantía de éxito. El ejemplo más claro es Túnez. Tras la revolución que desencadenó la Primavera Árabe, se aprobó una ley electoral que fijaba que las listas debían ser completamente paritarias (50% de cada sexo) y que establecía, además, que los candidatos de ambos sexos debían alternarse (las llamadas “listas cremallera”). “Sin embargo”, relata Zeina Hilal, “lo que nadie previó fue que a las elecciones concurrieron un amplio número de partidos que surgieron tras la revolución. La mayoría de ellos pusieron a un hombre como cabeza de lista y, al haber tantas listas, en muchos casos solo salieron elegidos los candidatos las encabezaban, que eran hombres. Así que, incluso con una gran voluntad política y un sistema de cuotas ambicioso y fuerte, no se lograron los resultados esperados”. Por eso, Hilal considera que el sistema de alternancia de candidatos en función de su sexo no debe ser solo vertical, sino también horizontal. Es decir, que no solo se garantice un porcentaje de hombres y mujeres en cada lista de un partido, sino que, en el total de las listas de cada partido, haya un porcentaje mínimo que esté encabezado por mujeres.

Fuente: Quota Project

NO OBSTANTE, las cuotas aún deben vencer muchas resistencias. Aunque el actual Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, instó a los países miembro de la Unión a presentar a más mujeres como candidatas al colegio de Comisarios para el periodo 2014-2019, el esfuerzo fue en vano. La Comisión sigue siendo una institución predominantemente masculina, donde los hombres ocupan 19 de los 28 puestos, una situación idéntica a la de la legislatura anterior (2009-2014). El único comisario español, por cierto, es Miguel Arias Cañete, quien afirmó que, al debatir con una mujer, un hombre debía contenerse: "Si haces un abuso de superioridad intelectual, parece que eres un machista y estás acorralando a una mujer indefensa”.

TAMPOCO DESDE el Parlamento Europeo parece haber mucho interés en promover las cuotas, al menos en política. La Eurocámara, en su informe sobre la reforma de la ley electoral de la UE, adoptan una postura cuando menos tibia: “Dado el diverso acercamiento de los Estados Miembro a este tema y la continuada sensibilidad política que despierta”, concluyen sus autores, Danuta Hübner y Jo Leinen, “la opción más sensata en este momento sería proponer una aproximación más suave y no vinculante”. En definitiva, una posición alejada de la decidida voluntad política a la que hacía referencia Zeina Hilal.

“Clubes masculinos”

"Aquí sabes cuándo entras, pero no cuándo sales', dice una parlamentaria española sobre los horarios de las Cámaras"

LAS CUOTAS, por tanto, son un instrumento clave para conseguir que la mujer esté debidamente representada en los ámbitos de decisión. Sin embargo, hay otros elementos que deben cambiar para facilitar ese acceso femenino a la política. En su informe Parlamentos sensibles al género, la Unión Interparlamentaria recoge testimonios de mujeres que citan el ambiente y las formas de organización del trabajo, en muchas ocasiones, como hostiles a la presencia femenina. Varias de ellas – y no solo de países en vías de desarrollo, sino también de naciones consideradas del Primer Mundo – perciben sus parlamentos como “clubes masculinos”, donde los códigos están construidos por y para los hombres. Algo que no se tiene, en cuenta, por ejemplo, es la necesidad de conciliar la vida laboral y familiar. Un parlamentario español citado en el informe lo admite claramente: “¿Qué mujer con pareja e hijos aceptaría ser diputada? (…) Cuando los hombres tenemos la oportunidad [de dedicarnos a esto] no nos preguntamos si tenemos apoyo o no, lo damos por hecho. Pero las mujeres deben valorar si lo van a tener”. De hecho, en otro informe de la IPU (Las mujeres en el Parlamento, 20 años después), las parlamentarias encuestadas mencionan las responsabilidades domésticas y la falta de apoyo familiar, así como las actitudes culturales hacia el papel de la mujer en la sociedad, como algunos de los frenos a su carrera política, elementos que los hombres no citan. Tampoco los horarios están pensados para una vida equilibrada entre familia y trabajo. “Las mujeres estamos obligadas a seguir una agenda diseñada para los hombres, no para una responsabilidad [familiar] compartida”, dice una diputada española en el documento. “Aquí sabes cuándo entras, pero no cuándo sales”, remata otra. Por eso la IPU valora que en 2008 el Congreso estableciera un horario fijo para los plenos, de modo que no acaben más tarde de las nueve de la noche y dando preferencia al horario matinal.

Un problema transversal

LOS ROLES ATRIBUIDOS a las mujeres por la sociedad y la mayor carga de responsabilidades aparecen también a la cabeza de los frenos que las mujeres enumeran para ascender profesionalmente en el mundo de la empresa, según una encuesta de la Organización Mundial del Trabajo (OIT). “Uno de los principales retos [del mundo empresarial] es superar la idea de que las mujeres no pueden ser ocupar puestos de responsabilidad porque se les sigue viendo fundamentalmente como dedicadas a la reproducción”, resume la OIT en su informe Las mujeres en los negocios 2015.

LA COMISIÓN EUROPEA considera que, a este paso, se tardaría 70 años en conseguir la igualdad de género, por lo que se necesitan “iniciativas políticas activas para acelerar los avances”. Hasta la propia directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, y la consejera delegada de Facebook, Sheryl Sandberg, han admitido en un foro capitalista como Davos que las cuotas son “desafortunadas pero necesarias”.

SIN EMBARGO, también en este caso es necesario ir más allá de poner cifras en una ley y comenzar a repensar cómo está diseñada la cultura corporativa y los perfiles de liderazgo. La consultora Grant Thornton cree que los altos cargos no resultan atractivos para muchas mujeres. “Los estudios demuestran que más de la mitad de las que se encuentran en el punto más alto de su carrera en países como Alemania, Estados Unidos o Reino Unido creen que las desventajas de los puestos de liderazgo superan a los beneficios”, afirma la compañía en un informe. De hecho, esta opinión está extendida también entre los hombres, especialmente los más jóvenes. La consejera delegada de Grant Thornton en Reino Unido, Sacha Romanovitch, cree que es falso que haya “una larga cola de gente llamando a la puerta para convertirse en jefe” y asegura que tanto los hombres como las mujeres están eligiendo “hacer otras cosas, porque los sacrificios que conlleva ser un líder empresarial no son tan atractivos”.

EN RESUMEN las cuotas son imprescindibles para revertir la situación actual, pero además hace falta un cambio cultural profundo que modifique los estereotipos que afectan al papel de las mujeres en el trabajo y la familia.